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viernes, 8 de marzo de 2013

Brisa - Capítulo 2 - Págs. 36-38 - Mar0813


Ingreso: marzo 08 de 2013

Brisa

Capítulo 2 – “Transgresiones”

Aftermath

Ha caído por fin el telón del atardecer.
Lentamente, como el almíbar que extingue sus trazas de dulzor
entre torrentes de sal viva y vinagre viejo que acerban el alma,
rasgan el surco, y estrujan el tinto que huye cálido
en la frente.
ˆ
Aun el silencio,
comparsa de latidos rayanos en miel que no más habrán
de ser tomados en posta por ningún tic tac
de corona fosforada, acalla sumiso, en tanto
el murmullo,
y sus rezagos de atardecer florido dejados a medio balbucir,
cual cuerda última que sostiene el maltrecho mástil, ensordecedor,
acude su aliento recluso por entre los inundados confines
de la balsa.
ˆˆ
El vacío,
cruento señuelo de quietud sobre los tardos fondos negros
de final de día soleado: no más sueños risueños dejarán
urdiendo en la fila; no ansias de despertar, ni ramas
hurgando el cristal, entre cada gota hiriente de
lluvia
que dormita aferrada al bruñido.
Solo refractos de día evadiendo los ojos, las miradas,
y aquella oscilante lumbre que en el último
parpadeo en la penumbra,
como el espejismo postrero de la tarde,
titilará y se desvanecerá en
la noche.
ˆˆ 
Tormenta,
que en el más espurio de los entretelones que tragedia alguna
haya imaginado cesara,
boqui abriendo aun al suspenso
antes de conflagrar entre dos,
el viento;
entre frases de alivio y consuelo apenas hilvanadas,
regadas exhaustas en lo más desgarrador
de su devastado escenario:
¿Cuanto más acentuarás en el descampado
tu eco?ˆ
¿O aquella eternamente pasajera congoja de tus remansos,
que como el hilo cadente impedido de hallar
el acorde venidero, suspendido en la escala
pernocta entre dos hombros, distintos,
apenas presentido
el relámpago?ˆ
Y aquel solo de respiros que quiebra en dos la noche,
y antes que en llanto duele en alma ¿Pernoctará por siempre
sin más esperanza en el polvo que el bosque llovido?
¿Sin más destino en el yermo más azul de la mirada,
que aquella profunda e inerte
ausencia?
¿Y aquel envés de labios resecos durmientes
encurtiendo recuerdos sin fin en el último trago,
el más amargo?
ˆˆˆ
Tormenta que entre un mar de lamentos hubieras de escoger,
en escarmiento,
las lacerantes púas de dos solitarias espinasˆ
Y tras zarandearla
y dejarla varada en algún lejano e infecundo recodo
de río,
brotada en escrúpulos cual profanado manto lozano de armiño,
hiciérate de pronto la duda volver
la mirada,
sembrada en sonrojos desde su ya abrupto irrumpir por las
rutas transgresas porfiadas del no
ser humano:
¿Dejarás, antes de partir entre las calinas empozadas del sigilo,
la brisa y el trueno amainados hasta las raíces;
entre el ayer mate opacado por la aureola de luz sobre el lienzo
y el pincel, que duerma por fin la noche y despierte
el amanecer?
ˆ
Queda la noche ya,
luego de larga andanza en vela,
que inútil hiciera de aquel breve letargo
vigiano, una evasión a la realidad que viste
de sollozos a media asta las primeras planas,
y de impiedad, tanta formalidad que bulle
bajo el vaho pasmado del adiós pendido,
florece en algún fugaz
reluciente del charco,
el dilema,
mientras golondrina
bajo algún brazo distendido,
amaga mutar en anécdota la tragedia,
ávida por migrar hacia nuevas latitudes:
¿Hallarán_ se dice hurgando su barbilla_,
tanto escala como estadía, también su punto medio
en la dimensión ataño?
¿En tanto,
con la hesitación sorbiendo entre dedos
lo más cariado de su totalitarismo
sobre los aniegos campos tras las solas cunetas:
reverdezcan también las piedras
tras el gras prematuramente amarillado
por el invierno tardo?
Y como antaño,
prendados de su sueño interrumpido
entre el sopor del viaje y un pellizco de conciencia
que se cuela de entre algún parsimonioso bochorno de escrúpulo:
¿Habrá de fundir esta vez el seto, también a su equipaje de mano
y bolso de pecho,
la tenuidad de sus aquiescencias y la firmeza de sus parquedades,
no dejando esta vez que la última gota de la grieta
apague la lumbre?
ˆ
Flor
de doble pedúnculo,
que a falta de valor, las manos
que hoy sostienen trémulos tu tallo,
pretendiendo, en ese trepidar insalvable
de cigarra primaveral, enmascarar
sus propias
desazones:
¿Debes acaso mantener a distancia también el sabor de tu tersura,
aun cuando el sudor de los dedos concernidos de la efigie,
o el vaho de su aliento reparador quisieran conservar
el frescor de sus corolas?
Y aquel aroma de los jazmines, eternos como la melancolía que mancorna
el alma, cautiva;
cruel mazmorra de satén con vista al mar que el viento invernal amaina;
como no se extingue en el frío aguijón del etilo y en el punzón de la rosa,
y en el leve musitar del nombre faltante, entre los relucientes pasadizos
de la esperanza última,
sean los ojos pespuntados entre las dobleces de las cortinas los que,
tras lenta fusión del ébano con el añil,
finalmente respiren.

ˆOjalá,ˆ
y en un arranque insospechado de albur y escarcha en gota,
que rompa las eslavas de su ciclo estacional y tesitura,
quebraras también en dos la engañosa quietud de la noche,
y con ella esa mudez árria que ofende.
ˆOjalá,ˆ
y quede también el aroma matinal prendado de lo más profundo
de sus estigmas y néctares insorbidos, en tanto retorna
apacible el viento y vuelva también con él,
su canto a follaje dormido.

Por Rodrigo Rodrigoˆˆˆ