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martes, 2 de mayo de 2017

Culpable de apaciguar los corazones salvajes

En 2015, la famosa disquera Deutsche Grammophon publicó Follow, poet, una maravillosa composición para orquesta en la que Fairouz intercala frases del histórico discurso del presidente Kennedy en la Universidad de Amherst, Massachusetts, el 26 de octubre de 1963. La alocución estuvo dedicada a lo que significaban el arte y los artistas en la construcción de una nación que amaba la democracia, la libertad y el respeto. Es decir, todo lo contrario de lo que vivió el músico en el aeropuerto donde sufrió un vejamen por llevar un nombre musulmán.

“Espero que Estados Unidos reconozca los logros en el arte de la misma manera que reconocemos los logros comerciales o la habilidad para gobernar..., espero que Estados Unidos cuente con el respeto de todo el mundo no solo por su fortaleza, sino también por su civilización”, dijo en esa ocasión Kennedy en Amherst, citando al poeta Frost. Sin duda, Trump no ha leído estas palabras. 


Mohammed Fairouz es uno de los más importantes compositores de su generación
Fairouz ha compuesto inspirándose en las tradiciones árabes y en la poesía de Robert Frost, y ahora elabora un nuevo trabajo con versos de Edgar Allan Poe. Frost y Poe son dos hitos de la poesía norteamericana.


Escribe: 
Ángel Páez

No persigas a los poetas, más bien sigue a los poetas. Un gobierno se define democrático o autocrático según el trato que concede a escritores, músicos o dramaturgos.

Hitler ordenó desaparecer al compositor de “La ópera de tres centavos”, Kurt Weill, porque consideraba que su música era “decadente”. En 1933, Weil tuvo que escapar de Alemania y debió instalarse en Nueva York, donde alcanzó la consagración. No mucho después, Stalin prohibió la difusión de la ópera de Dmitri Shostakovich, “Lady Macbeth del Distrito de Mtsensk”, en 1936, por considerarla “contrarrevolucionaria”. Por varios años fue silenciado, pero en esa época en que bastaba una palabra de un jerarca soviético para que un artista terminara con sus huesos en unos de los campos de concentración del Gulag, Shostakovich burlándose del régimen compuso varias piezas de jazz, que estaba completamente prohibido. Era una manera honesta de romper el hielo comunista.

Todo esto recordó el músico neoyorkino de origen árabe Mohammed Fairouz cuando fue retenido en el aeropuerto John F. Kennedy por guardias de seguridad, a quienes les pareció que su identificación era sospechosa porque su nombre sonaba a terrorista islámico. Era la primera vez en su vida que lo maltrataban en su propio país por el hecho de llamarse como un árabe cualquiera. Lo que Fairouz vivió en carne propia eran las políticas xenófobas y racistas de Donald Trump.

Fairouz es uno de los más importantes compositores de su generación y su obra es una de las más ejecutadas en Estados Unidos y en distintas partes del mundo, porque ha tendido puentes entre la cultura árabe, judía y anglosajona, basándose en los versos del poeta hispanoárabe Ibn Jafaya (1058-1138), el israelí Yehuda Amichai (1924-2000) y el palestino Mahmoud Darwish (1941-2008), entre otros. Ha compuesto inspirándose en las tradiciones árabes y en la poesía de Robert Frost, y ahora elabora un nuevo trabajo con versos de Edgar Allan Poe. Frost y Poe son dos hitos de la poesía norteamericana.

Autor de sinfonías, conciertos, música de cámara y canciones para solistas, ha cosechado elogios de los críticos de todo el planeta por su intensidad, hondura y belleza. En 2015, la famosa disquera Deutsche Grammophon publicó Follow, poet, una maravillosa composición para orquesta en la que Fairouz intercala frases del histórico discurso del presidente Kennedy en la Universidad de Amherst, Massachusetts, el 26 de octubre de 1963. La alocución estuvo dedicada a lo que significaban el arte y los artistas en la construcción de una nación que amaba la democracia, la libertad y el respeto. Es decir, todo lo contrario de lo que vivió el músico en el aeropuerto donde sufrió un vejamen por llevar un nombre musulmán.

“Espero que Estados Unidos reconozca los logros en el arte de la misma manera que reconocemos los logros comerciales o la habilidad para gobernar. Espero que mejore continuamente los estándares de logros artísticos y que aumente continuamente las oportunidades culturales para todos nuestros ciudadanos. De esta forma, espero que Estados Unidos cuente con el respeto de todo el mundo no solo por su fortaleza, sino también por su civilización”, dijo en esa ocasión Kennedy en Amherst, citando al poeta Frost. Sin duda, Trump no ha leído estas palabras.

Mohammed Fairouz no quiso que el incidente pasara desapercibido porque lo que le ocurrió a él, lo enfrentan cotidianamente millones en Estados Unidos. En el mismo aeropuerto fue testigo de cómo una mujer sudamericana fue maltratada porque no sabía hablar inglés. El compositor sintió vergüenza ajena, así que escribió un artículo en el que relató el episodio (ver artículo).

Desde que el presidente número 45 se instaló en la Casa Blanca, la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de opinión, son amenazadas porque Trump y sus seguidores creen que disentir, informar o denunciar es antipatriótico. No es casual que desde hace no mucho uno de los periódicos norteamericanos más relevante, The Washington Post, adoptó un nuevo lema: “La democracia perece en las tinieblas”. Las artes, también.

 
 La República, mayo 1
 de 2017

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comportamiento que tuvieron, los escucho
Compositor Mohammed Fairouz LR. "Vi... cómo una joven mujer que no podía 
hablar inglés fue irrespetuosamente confrontada por los oficiales. 
Después que hubo terminado la humillación y ella se encontraba 
notoriamente angustiada, le dijeron que enfrentaba un problema 
y que podía llamar a un número gratis para presentar su queja, 
aunque era evidente que estaba tan agotada que lo que más le 
importaba era solo llegar lo más rápido a la puerta de salida..."

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